viernes, 12 de marzo de 2021

Mi experiencia en UCI a causa del Covid 19 | Testimonio


Cuando sientes que tu vida peligra y puede que estés viviendo tus últimas horas, piensas en tu vida como una película, un tráiler o sinopsis. Pensé en mi esposa, mis hijos, mis padres... Te imaginas qué será de ellos sin ti. No piensas en nada más (me hubiera gustado pensar en mi ministerio, en los planes y proyectos misioneros, etc.), pero no, ahora entiendes que tu familia es lo más importante como siempre nos han enseñado. El ser humano, en mi experiencia, pasa por tres momentos bien marcados (léelo hasta el final):


1. TIENES MIEDO MORIR.- ¡Cuántas veces prediqué Filipenses 1:21 diciendo que el morir es ganancia! Yo jamás le tuve miedo a la muerte, al menos eso es lo que pensaba. Pero cuando me dijeron que iría a UCI (Unidad de Cuidados Intensivos) que paralizarían mis pulmones para que descansen y puedan curar la infección (en palabras más sencillas), mientras tanto estaría con respirador artificial / mecánico y que sería solo por 6 días. Me asusté. Yo sabía que era UCI, que algunos lo llaman “el intermedio entre la vida y la muerte”.  Ahora, no tuve miedo a morir en sí, sino a dejar a los que más amo: mi familia, a mis hijos que tienen planes y proyectos, sueños y quizás no estaría ahí para ayudarles a alcanzarlos. Lloras, lloras y mucho, y te cuestionas y cuestionas a Dios. ¿Por qué yo? ¿Por qué a mí? Intentas descubrir tu falla. Tu pecado. Tu error. Yo no creo dármelas de Job, así que no creo que ese sea mi caso le decía a Dios. Luego te arrepientes de las cosas que pudiste haber hecho y que no las hiciste, o las cosas que no debiste hacer y las hiciste. Al final, después de tantas preguntas sin respuestas simples, reaccionas. Ese fue mi caso, y tomé esto como algo que debo pasar con la ayuda de Dios y que hay un propósito que desconozco, que no lo entiendo y quizás jamás lo entenderé. Ya más calmado llamaron a mi esposa a comunicarle la decisión médica. Esto fue el domingo 17 de enero. Mi esposa cuál guerrera y mujer valiente soportó todo el peso de este proceso. Ella también tenía Covid y aún con algunos síntomas cargó este flagelo y lo que significaba tener a su esposo en UCI, debatiéndose entre la vida y la muerte. 


2. TE AFERRAS A LA VIDA.- Entré a UCI a las 00:25 am. Me dijeron que cuente hasta 25 y que todo sería un dormir y despertar. No fue así. Quisiera decirles que así fue, pero no. En ese tiempo de 10 días aproximadamente “sedado” en UCI, algunas veces me desperté, era consciente de lo que pasaba. Podía ver a los médicos y enfermeras o enfermeros. Sentía. Las noches eran eternas. Tenía alucinaciones, pero sabía que eran solo alucinaciones. Ahí, luchas, no quieres morir, tienes fuerzas para apoyar. Recuerdo que un día escuché hablar de mi corazón a los que estaban atendiéndome. Y yo les “decía”: “yo soy sano, no tengo antecedentes de nada, yo corro de dos a tres veces por semana”. Solo que ellos no me escuchaban. Todo era en mi mente. Cada vez que me despertaba solo pensaba en mi familia, en mi madre. Me decía así mismo que tenía que salir de todo esto con la ayuda de Dios. Los médicos y enfermeras hicieron su parte, Dios los usó grandemente. Solo que cada día que pasaba el dolor era más fuerte, las noches más largas... y las fuerzas cada día se iban debilitando más y más.


3. YA NO QUIERES VIVIR.- He llegado a pensar que soy muy cobarde. Pero al menos en mí, en el proceso de poder despertarme y dejar el ventilador mecánico, el dolor era muy grande. Cada aguja, cada vez que me limpiaban/aspiraban mi garganta y me acomodaban en la camilla, yo sentía que no podía más. Solo quería que me dejen. Lo que empezó con una lucha por vivir, ahora era diferente. Ya no quería seguir así. Solo quería que me dejen en paz. Que me dejen morir. De Niño siempre pensé en morir joven. Siempre bromeaba con mi mis padres, y de casado con mi esposa sobre eso. Y ahí en UCI pensaba si acaso eso era algo que Dios puso en mi corazón de Niño para poder prepararme a la muerte. Y le decía a Dios en mis oraciones: “Gracias, porque al menos viví para conocer personas lindas, tener un ministerio bendecido y tener una familia. Ya bauticé a mi padre, solo pido que te acuerdes de mis hijos. Quiero verlos en el cielo a todos, incluyendo a mi hermano”. Cansado y sin fuerzas lloraba en silencio. Lloraba sin lágrimas, solo deseando que todo acabe y que me dejen morir (solo que nadie podía escucharme). No puedes moverte ni hablar. Estás como paralítico. Y ahí, cuando ya no puedes... y sientes que ya todo acabó... pasa algo.


Yo empecé diciéndote que en mi experiencia el ser humano pasa por estas tres etapas. Y sí, así fue en mí. Todos somos diferentes. Hay gente que tiene otra experiencia, es como el mismo COVID, hay gente que le da suave, fuerte y a otros los lleva a UCI. Yo no tengo ninguna enfermedad, soy joven, he donado plaquetas, solo que así es, los cuerpos y Dios tiene caminos diferentes para sus hijos.


Cuando ya no podía más, llegué a escribir (me dice un amigo que vio esa carta en letras casi imposibles de leer) para mi esposa. Y según dicen, solo se podía notar: “déjenme dormir”. Yo creo que en realidad escribí: “déjenme morir”. Soy humano (quizás alguien se decepcione y pueda decir que un pastor no puede pensar así. Pero ahí puedes entender a Job o Elías que en algún momento desearon la muerte). Me gustaría decirles que siempre fui fuerte y valiente y luché con hidalguía, pero no fue mi caso. Soy un pobre hombre débil. Así me sentía.


Una de esas largas, dolorosas y tristes noches de lucha, pude sentir a Dios en mi vida. Y esa frase que siempre lo repetimos los cristianos: “DIOS ESTÁ CONTIGO Y TE AYUDA”, ya no lo leí ni lo escuché, sino que lo sentí. Es como cuando alguien te toma del hombro para decirte: “HEYSSEN, YA HAS PASADO POR DONDE ERA NECESARIO PASAR, AHORA TODO ES PARA ARRIBA”. Clarito. Pudo haber sido mi imaginación, quizás una de las tantas alucinaciones... o quizás un médico mismo que haya dicho eso. Pero yo creo que era Dios hablándome... acá a mi costado, a mi lado... ESA VOZ que te da la seguridad de que saldrás. Y ahí, recién ahí sentí que saldría de eso vivo, para hablar y seguir cumpliendo la misión junto a mi familia. Me dormí y cuando desperté una enfermera dijo: “está despertando”. Tomó su celular y me dijo: “Pastor, ya pasó. Mira acá un video de una canción”. No pude ver mucho, solo escuché esa canción que canté junto a mis hijos y mi esposa: MARANATHA, CRISTO VIENE... Y ahí empecé a llorar, es como despertar de un sueño, quizás pesadilla, o salir del agua que estuviste a punto de ahogarte para aspirar aire con desesperación. Quise hablar, pero tenía una especie de tubo en mi boca. Me tranquilicé. Las enfermeras son ángeles de esperanza, siempre estuvieron ahí para orar, para animarme y cuidarme. Yo sé que es su trabajo pero sientes cuando alguien lo hace porque quiere ayudar y lo hace con cariño y amor Cristiano. Dios bendiga a los médicos, y de manera muy especial a todos los enfermeros y enfermeras. Son ángeles acá en la tierra. Si los veo no los reconocería porque estaban con máscaras y protectores faciales y toda una indumentaria que parecían astronautas, pero ellos de seguro me conocen y saben lo que viví. 


Luego de algunos días de recuperación, me tomaron una foto junto al equipo UCI. Alguien dijo: “Pastor, conectados”, y yo hice la señal de CONECTADOS🔌, a decir verdad mis recuerdos son vagos. Estaba entre sedado y no. 


Finalmente, el viernes 29 de enero salí de UCI y pasé a hospitalización y cinco días después, salimos rumbo a casa para nuestra recuperación. No fue fácil, no lo es aún. Este flagelo me ha dejado secuelas qu aún son latentes en mi cuerpo. Pero cada día es mejor que el anterior con la ayuda de Dios. 


Quiero finalizar estas líneas agradeciendo:


A Dios, sin Él no podría vivir para contarlo. Y puedo decir como Job: “De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven” (Job 42:5). Creo que necesitaba un examen práctico. Los teóricos los había pasado. Gracias a Dios porque me llevó a donde debía con un propósito que solo el tiempo me enseñará. Lecciones grandes y maravillosas.


A mi esposa. Cada vez que imagino todo lo que pasó en casa, y con mis hijos. Y siendo que aún ella estaba mal, no puedo sino darle gracias a Dios por ella. Es una valiente mujer e hizo siempre lo que tuvo que hacer, nada menos. Todo lo hizo bien y mejor. Un tributo a todas las esposas esforzadas.


A mi familia (de parte mía y la de mi esposa) que estuvieron en vigilias diarias. Tíos, hermanos, primos, cuñados, padres, etc. Nos unió como familia y nos llevó más a Cristo.


A mis amigos. Aquellos que fueron más que hermanos en estos tiempos. Estuvieron pendientes y ayudando a mi familia. A mis amigos que saben quienes son, y a los de mi edificio de ADRA. Todos una bendición.


A la iglesia, en la persona de sus líderes. Administradores y departamentales. Pastores y más. Todos una bendición enorme. Dios es bueno. Dios los guía. 


Y de manera muy especial, a todos aquellos que han orado por mí. Cuando ya pude tener mi celular pude ver literalmente cientos de mensajes de ánimo, oraciones y cariño de gente que estaba pendiente de mi salud. Hasta ahora. No solo acá en Perú sino en otros lugares del mundo. Ahora entiendo con más claridad 2 Crónicas 7:14 y aquel cántico clásico de que “cuando el pueblo de Dios ora suceden cosas maravillosas”. Gracias porque Dios oyó la oración de cada uno de ustedes. En algún lugar del Perú alguien incluso pagó una misa por salud (creo que así se llama) a un sacerdote católico. Cosas curiosas. Han orado muchas personas que tomé un tiempo para agradecerles en lo que pude. Aún no puedo hablar mucho.


La batalla aún no termina. Ya estoy en casa pero sigo recuperándome poco a poco. Este flagelo ha dejado secuelas que aún son latentes en mi cuerpo. Sin embargo cada día es mejor que el anterior. Hay mucho por hacer, tengo la seguridad de que Dios está al control al margen de lo que pase.


Sigamos orando por aquellos que sufren, aquellos que están enfermos y en UCI. Oremos para que Dios quite este mal del mundo. Esto es bíblico: “si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra” (2 Crónicas 7:14). Dios puede hacer lo que los científicos no pueden. Creo, vivo y predico eso!


Que Dios te bendiga.


Y no te olvides, #québendición!


Vamos juntos y #CONECTADOS🔌

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