¿Qué pastor no desea tener éxito en el ministerio?
Es natural querer ser exitoso en lo que se emprenda. No obstante, ¿en qué
consiste el éxito pastoral?
Había terminado una ceremonia de investidura del
Club de Conquistadores en mi iglesia de prácticas cuando era estudiante en la
facultad de teología, y después de despedir el sábado, el pastor distrital me
pidió hablar a solas. Se le notaba muy preocupado, entre otras cosas me dijo:
“hijo, todo lo que haces por el Ministerio Joven está bien. Pero la experiencia
me ha enseñado dos cosas que te las diré y jamás las olvides pues serán las que
determinará el éxito de tu ministerio: (1) bautismos (2) y diezmos”. Sus palabras fueron muy duras para mí. Admito
que sentí que me lo dijo con mucho cariño y amor. Pero sí que impactaron por un
buen tiempo mi percepción del ministerio pastoral.
Pero, ¿qué es lo que hace que no pocos ministros
piensen así? ¿Es incorrecto pensar que el éxito pastoral depende de los bautismos
y el crecimiento de diezmos? Vivimos en un mundo globalizado y prometedor por
la ciencia y tecnología por doquier, y es innegable que el ministerio pastoral
se vea influenciado por distintas
corrientes filosóficas que son sensación en la mayoría de profesiones y
empresas. No es desconocido que los predicadores más famosos en el mundo
cristiano son los que enfatizan en sus sermones la prosperidad y superación
personal, y en sus cultos una adoración secularista.
El ministerio pastoral en las distintas
denominaciones cristianas se ve infestado por corrientes de mercadeo y
marketing olvidándose que el éxito de la iglesia “no se mide con parámetros
mundanos sino celestiales” tal como lo diría Rubén Pereyra, un viejo pastor
jubilado.
Aunque la iglesia que pastoreamos tenga como única
regla de autoridad y fe la
Biblia , y el Espíritu de Profecía, es conocido que con tanta
facilidad el pastor se ve tentado a agradar a los hombres antes que a Dios. Una
vez más convertimos a Dios en el “segundo plato” o en el “suplente” de nuestro
trabajo, nuestro afán. Un actuar así es sin lugar a dudas una “adoración” antropocétrica y no teocéntrica.
Es decir, una adoración motivada para agradar a simples y mortales hombres
en vez de centrarlos a Dios.
Jamás olvidé su consejo. Hoy sirvo al Señor como
pastor, sé que los bautismos y el crecimiento en diezmos son importantísimos, y
que indican el “éxito” de un ministro en menor o mayor grado, no obstante,
aunque no olvido las palabras de aquél pastor, debo confesar que el ministerio me
ha mostrado que no es así. El ministerio pastoral es la más grande bendición
que un converso puede tener, es un privilegio santo.
Termina el día, y tú te preguntarás como todas las
veces que lees los “enredos literarios” de este aficionado escritor, ¿qué es lo
que motiva a este “pipiolo” escritor aprendiz a plasmar entre líneas esta reflexión
del alma? Simple, siento muchas veces que sin darme cuenta (es serio, sin darme
cuenta) voy inclinándome a querer agradar a las criaturas en vez de agradar al creador.
Esto es indudablemente un problema muy serio, muy grave que determinará al
fin y al cabo mi salvación.
No quiero éxito maquiavélico, quiero el éxito que Dios le da a sus hijos fieles,
pero no para envanecer mi insignificante nombre sino para glorificar el Nombre
de Dios, el Único que se merece toda la honra y gloria… por los siglos de los
siglos… Quiero hacer la voluntad de
Dios, pues sé que haciendo aquella santa y perfecta voluntad el éxito vendrá como
producto natural. Ese éxito será duradero y no pasajero.
Amén.
Pr.
Heyssen J. Cordero Maraví
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