Aunque fui bautizado en la catedral de Jauja a los seis años (en realidad, creo que fue más porque mi papá quería que su mejor amigo sea mi padrino), nunca fui católico practicante, y jamás me consideré un devoto a las creencias y costumbres de la iglesia apostólica romana.
Siempre me pregunté ¿porqué? ¿por qué a pesar de vivir en un lugar como Jauja, costumbrista, católica y considerablemente bohemia yo no tenía esa inclinación?
La respuesta lo supe después de algunos años. Mi madre. Ella fue hija de una mujer adventista del séptimo día. Mi madre me contaba que iba a una pequeña iglesia en Pto. Victoria en el Perené cuando era niña. Mi madre me cuenta que mi abuela Eulogia oraba constantemente por sus hijos.
Hace algunos días estuve en Pto. Victoria, en el Perené . Ahí conocí a doña Olga Crisóstomo. Ella es hija de un pionero adventista. Y me contó que conoció a mi abuela Eulogia Figueroa y la describió como una mujer piadosa y de oración. - “Ella oraba mucho”- dijo.
Eulogia y Albino, mis abuelos maternos, fallecieron muy jóvenes en Carpapata, Tarma, mientras viajaban hacia Jauja en 1974, y dejaron a mi mamá y sus dos hermanitos pequeños huérfanos.
¿Te imaginas lo que puede hacer una madre que ora? Yo creo que Dios siempre me llamó porque alguien había orado por mí. ¿Mi abuela? ¿Mi madre? El poder de la oración de las madres es grande.
Elena G. de White dice: “La influencia de una madre de oración, temerosa de Dios, durará por toda la eternidad. Ella puede ir a la tumba, pero su obra perdurará” (Testimonies for the Church 4:500).
¿Eres madre? Ora por tus hijos, no dejes de orar por ellos, y quizás estarás orando no solo por tus hijos sino por tus nietos y bisnietos...
Cuéntame en los comentarios si alguien oró por ti y hoy estás en la iglesia...
By
Pr. @HeyssenCordero
No hay comentarios:
Publicar un comentario