Tomás Angulo, psicólogo y terapeuta, famoso por opinar de vez en cuando acerca del comportamiento de la farándula peruana, en su libro, ¡Te amo, pero no te soporto! Una oportunidad para amar, desarrolla una de las preguntas más interesantes, en mi opinión, sobre el matrimonio: "¿Por qué nos resignamos a mantener relaciones aburridas, que nos generan tanto sufrimiento?", él mismo responde, "¡tú mismo lo permites, tú lo aceptas!". Y es que aunque no todos estén de acuerdo con la respuesta, la verdad es que cada uno elige lo que tiene. No es la voluntad de Dios como a veces se escucha decir: "Será la voluntad de Dios que sufra...". No. Dios no quiere nuestra infelicidad. Dios nos quiere felices. Y para ser feliz debemos ser valientes. Sí, valientes. Valientes en asumir nuestros errores y ser capaces de trabajar duro y parejo para el amor madure, y sea solido y saludable. Así de sencillo. La felicidades es un regalo de Dios, Dios nos puede dar la verdadera felicidad, pero no debemos esperar a que ella venga como por "arte y magia". La felicidad cuesta, la felicidad es el producto de trabajo y dedicación.
A todo esto, ¿qué es lo que me motiva a escribir estas líneas? Estamos en semana de la familia en todas las iglesias adventistas de sudamérica. Anoche dictamos el seminario sobre: "Factor de prioridades", donde concluímos que Dios debe y tiene que ser el primer lugar en nuestras vidas y por supuesto, en nuestra familia. Y es que es así, solo si Dios es el centro y lo primero en nuestro hogar, podemos estar seguros de que la felicidad será verdadera. Finalizando la reunión, se acercó una pareja de esposos para pedirme que pueda hacer una oración por ellos. Les pregunté si había un motivo específico, él dijo que sí: "Ore por nuestra relación como esposos, porque sencillamente estamos a punto de divorciarnos, pero hoy vinimos por insistencia de mi hijita que iba a cantar, y escuchamos el tema y realmente creemos que todo esto que nos pasa, nos ocurre porque Dios no es el primer lugar en mi vida y por lo tanto, mi familia no es ni el segundo y ni tercer lugar, sino el último lugar...". Cuando Dios no es el primer lugar en nuestras vidas, no le daremos el valor correspondiente a lo que es después de Dios: la familia.
¿Cuál debe ser el orden de prioridades en la vida? (1) Dios, (2) Familia, (3) Iglesia y (4) Trabajo. Cuando Dios es el primer lugar en nuestras vidas, la Biblia, es decir, Su Palabra nos mostrará qué lugar ocupa la familia, el esposo o esposa, los hijos... ¿Ya te diste cuenta cuán importante es que considerar a Dios como el primer lugar en nuestras vidas?
¿¡Te amo, pero no te soporto!? No. El verdadero amor dice la Biblia, "Todo lo soporta" (1 Cor.13:7). No podemos amar a alguien y no soportarlo. Si no puedes soportar a tu esposo o esposa entiende que ella no es problema, eres tú. Tú debes ser tolerante, debes tener paciencia. Es cierto, no es fácil. Hay cosas que pueden lastimarte, pero en eso justamente consiste el amor, en aceptar a la persona con sus errores y virtudes. ¿No fue eso lo que dijiste y prometiste en el altar? ¿Recuerdas? En las buenas y en las malas. En las buenas y en las malas... Aveces solo recordamos al amor en tiempos de bonanza, en tiempos buenos... ¿y en los malos? Es allí donde más amor necesitamos, es en tiempos más duros cuando el amor se hace más necesario.
¿Por qué nos resignamos a mantener relaciones aburridas y dolorosas? Porque no estamos dispuestos a luchar a trabajar día a día, de sol a sol para que las cosas sean diferentes. Alguno puede decir, "Ah, pastor, ya lo hemos intentamos mil veces y no funciona... ella o él no pone de su parte". No digas eso, lucha y esfuérzate por ser mejor esposo o esposa, lucha por hacerla feliz. No busques que ella te haga feliz, busca en hacerla o hacerle feliz. Cada día ora: "Señor, ayúdame a hacerla feliz con cada palabra mía, cada acto, cada pensamiento...". No te resignes a perderlo todo. El amor es una decisión no es un sentimiento apenas.
Quiero finalizar mencionando que en la vida existen tres tipos de personas, (1) los que ven que las cosas suceden, (2) lo que preguntan porqué suceden las cosas, y finalmente, (3) los que hacen que las cosas sucedan. Y especialmente nosotros los varones, como sacerdotes y líderes de nuestros hogares, debemos ser hombres que hagan que sucedan las cosas. A eso le llamamos, inciativa, dar el primer paso... no debemos conformarnos con ver a nuestro matrimonio destruirse a pedazos por los problemas, tampoco solo hablar y perguntar, eso es bueno, pero lo suficiente. Necesitamos hablar pero hacer y como laguien dijo: es mejor decir, "bien hecho a decir bien dicho".
Pr. Heyssen J. Cordero Maraví
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