Marcos Blanco, pastor y teólogo adventista en su artículo titulado Atrapado entre dos mundos, destaca las dos perspectivas que se pueden observar en la Biblia respecto a las posesiones materiales. Por un lado, en el Antiguo Testamento, el pueblo de Dios es siempre prosperado en gran manera, grandes extensiones de tierras fértiles y cantidades de ganado, así como esclavos y riquezas metálicas. Por otro lado sin embargo, en el Nuevo Testamento, se puede ver que los cristianos son austeros y desprendidos. Por ejemplo Juan el Bautista y el mismo Jesús que no tenía ni dónde recostar la cabeza. También podríamos poner como ejemplo de desprendimiento a Pablo que no vivía de los diezmos (aunque apoyaba a vivir así por que creía y enseñaba que era lo justo para los obreros) sino que trabajaba haciendo tiendas o carpas para poder costear sus gastos y apoyar con sus recursos el avance de la obra de Dios. Según Marcos Blanco, la diferencia entre las dos perspectivas en cuanto a las posesiones materiales está en que el cumplimiento de la misión entre ambos periodos era también diferente. En el Antiguo Testamento la misión era centrípeta, en la que debía atraer al mundo conocido de aquellos tiempos a través de las bendiciones. En el Nuevo Testamento en cambio, la misión era centrífuga en la que los cristianos debían salir a buscar y salvar o pregonar. Y fue así.
Los tiempos actuales son diferentes al Antiguo y Nuevo Testamento, y eso nos invita a reflexionar en la siguiente pregunta: ¿Desde qué perspectiva desea Dios que vea las cosas materiales un joven misionero o pastor? Un viejo pastor jubilado me dijo en alguna vez: "Solo hay dos caminos para un misionero: (1) Vivir para la obra de Dios o (2) Vivir de la obra de Dios. Así de sencillito". Hoy, con algunos años en la obra de Dios veo claramente a lo que se refería. Hace algunos días leímos Ezequiel 34 y la verdad sentí que en muchas oportunidades no he acuado diferente a los pastores de israel. Me apena reconocerlo por supuesto, pero creo sinceramente que no es solo mi caso. Hoy mientras leía la Biblia, recordaba con una enorme sonrisa dibujada en mi rostro y propundos suspiros de vez en cuando, mis primeros días como pastor distrital en la selva oriental del Perú, Tocache. ¡Tiempos aquellos! En casi dos años de trabajo jamás vi un sueldo completo. No estoy exagerando ni intento sorprender a nadie. En cierta oportunidad por ejemplo nos llegaron los libros misioneros "Señales de Esperanza" que en soles llegaban cerca a los diez mil. Las iglesias recibieron los libros con tanta alegría pues era de autoría de un pastor muy famoso y querido, pero demoraron meses y en algunos casos más de un año en cancelar el costo de libros misioneros. Sí que era una aventura. Del mismo modo, con frecuencia había planes misioneros o de construcción de templos donde el pastor distrito debía encabezar los pactos, "ojo al guía decían los hermanos...". Y así era. En esos dos años vivimos días felices junto a mi esposa. Iglesias que necesitaban materiales evangelísticos pero que no podían pagarlos, mi esposa siempre decía: "amor, que eso sea tu ofrenda de amor o donación". Nuestra felicidad era ver crecer espiritualmente a la iglesia, que los hermanos trabajen y que la obra avance. ¿Sueldo? Todo para la causa de Dios. Jamás creí tener un auto en esos años. Era algo imposible y no era una necesidad. La moto, esa sí era una necesidad. Debía estar lista y afinada siempre para servir a la iglesia.
De seguro muchos misioneros pasaron cosas más emocionantes y admirables que nosotros. Cuando leo las historias de los pioneros de la iglesia mundial, de Sudamérica y del Perú simplemente a veces no puedo creerlo. ¿Trabajar meses y años para pagarte los pasajes para ir a un lugar donde nadie da ni un centavo? Fernando Stahl y su esposa lo hicieron, solo para mencionar un ejemplo. Sin duda ellos vivieron para la obra de Dios. Cuando llegué a la ciudad de Pucallpa y conocí algunas cosas que no conocía antes en la iglesia, comencé a ver de otro modo. Y por un buen tiempo comencé a pensar en un auto, ¿lo necesitaba? No lo sé, creo que era más la presión de los demás que decían: "Heyssen, compra tu carro aprovechando que eres joven y no tienes gastos..." o porque muchos de mis amigos que trabajaban en la ciudad ya tenían auto cero kilómetros y yo solo una moto vieja. Aún recuerdo que alguien me dijo de manera despectiva: "No tienes carro porque no sabes administrar bien tus recursos. Debes ahorrar. ¿Ya tienes trabajando cuatro años y no tienes ahorrado ni $. 5000.00 dólares?". Me dolió en el alma. Él no sabía que en dos años no había podido ni comprarme ni una buena cama donde dormir junto a mi esposa. Él era un financiero, jamás fue pastor distrital entre hermanos sencillos y con necesidades económicas. Muchos hermanos que no tenía dinero en el bolsillo por meses, y que debían trabajar todo el día para ganar S/. 10.00 nuevos soles. Eso sí, eran fieles y llenos de amor.
Juan Bautista, Jesús, Pablo, y otros más simplemente son el modelo más dulce y noble de misioneros. Jesús dijo que el obrero es digno de su salario, pero jamás dijo que el obrero debe vivir pensando en su salario. En la mañana visité a algunos hermanos y entre ellos a una familia que vende helados, pero tristemente están en su peor temporada del año, pues en Lima es invierno. ¿Qué hacen ahora hermanos? - les pregunté. Ellos con amplias sonrisas me dijeron: "Ahora vivimos de nuestros ahorros, vendemos chocolate caliente con empanadas de papa. Vivimos por fe. Y nos dedicamos a predicar más porque tenemos más tiempo". Los abracé con fuerza y les dije que oren por mí pues yo también necesito recordar lo que es vivir por fe. El hermano oró: "Señor, te pido por mi pastor, te pido de todo corazón que aumentes su fe. Le hagas recordar qué es vivir por fe...".
Pr. Heyssen J. Cordero Maraví
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