Hoy es un día especial. Génesis Valentina, mi primmogénita cumple tres años. Para algunos no son muchos, y ciertamente tienen razón. El tiempo ha pasado rápido. Pareciera que fue ayer cuando supe que sería padre. ¡Qué emoción! Cuidado señor al manejar, no se vaya a chocar- me dijo la enfermera al ver mi rostro lleno de felicidad - mire que será padre y no sería bueno que deje a una mujer embarazada y viuda. Lo primero que hice fue ir a un parque de la ciudad de Tocache, y sentarme en una banca para orar a Dios y agradecerle por tan bella noticia. Me preguntaba, ¿cómo le daré la noticia a mi esposa? Sí, en nuestro caso, no fue la esposa quien le dio la noticia al esposo, como suele suceder en las películas o novelas. En nuestro caso, yo le di la noticia a mi esposa que sería madre.
Mientras esperaba Charly, mi esposa (ella estaba trabajando como profesora), para darle la noticia de que sería madre (es que yo fui a recoger el resultado del laboratorio clínico) pensaba en cómo lo llamaría: Gabriel Heyssen, como el zaguero de la selección argentina que un día antes había anotado un gol ante bulgaria por el mundial de Sudafrica 2010. Claro, el futbolista es Gabriel Heinze, pero bueno, yo lo llamaría Gabriel, Heyssen. ¿Por qué creía que podía llamarlo así? Porque yo siempre pensé que tendría un hijo varón. Entonces empezó por primera vez mi temor de toda la vida: ¿Y si tengo una hija? ¿Y si es mujercita? ¡No! No puede ser. Es que Dios me ama mucho y sabe que yo siempre, desde que nací y supe que algún día sería padre, quise tener un hijo, varón. Dios no puede darme una hija mujer porque sabe que yo quiero un hijo varón.
Me resistí a la idea de ser padre de una niña. Mi esposa se puso feliz al saber la noticia. Almorzamos en un lugar especial, nos dio mucha felicidad la noticia. Y fue allí donde le dije: Se llamará, Gabriel Heyssen. A ella le pareció bien, porque ya habíamos hablado antes del tema, cuando éramos novios. Sin embargo - me dijo- ¿y si es mujer? No amor, ese niño es varón. No es mujer, porque es el primogénito. Ella, sabia y prudente como siempre, solo me dijo, "que sea la voluntad de Dios".
No amor - le dije tercamente- No puedes decir eso, osea sí puedes, pero en este caso no. Dios sabe que un hijo varón es mejor. Esa será su voluntad.
Cuando me decían que la barriga de mi esposa indicaba que sería mujer (hay una creencia de que si es redonda y ancha es mujer y si es punteda como una pelota, es varón). Yo no les hacía caso. Y es más, cuando al quinto mes, mi esposa se sacó una ecografía, el médico no pudo ver si era varón o mujer porque no se podía ver bien. Ahí, sentí que el nuevo ser que se formaba en el vientre de mi amada, era mujer. Lo sentí, pero no lo quise entender. El médico estaba nervioso, porque yo desde que entré le dije: "Vamos doctor, dime que mi hijo es varón, y no mujer...". Imagino que el médico tuvo miedo de causarme un infarto. Por ello no me dio respuesta concreta. Sin embargo, yo sentí que sería padre de una niña. Pero, no creí... esperé hasta el día de su nacimiento, cuando nació... y la vi por primera vez recostada junto a su mamá, y allí solo entonces, acepté que sería padre de una niña. Su nombre ya lo habíamos decidido: GÉNESIS VALENTINA.
En realidad ya sabía que sería niña dos meses antes, pero yo tenía la esperanza de que la ciencia se equivoque y Dios tenga misericordia de mí y me de un varón. No me importaba perder todas las ropas y accesorios para mujer que había preparado. Y hasta compré colores, verdes y amarillos para que si es varón, los use. Mi esposa se reía de mí. Me decía que ya no me martirice... Yo le decía; "No amor, yo sé que será mujer, estoy feliz". Lo estaba, pero yo quería una hijo varón.
Han pasado tres años, ¿y saben qué? Amo a Génesis Valentina como jamás me hubiera imaginado amar. Ella es tan tierna y tan linda (sé que para todos los padres sus hijos son eso y más...). Ella es la VOLUNTAD DE DIOS, y esa volutad siempre es mejor. Ella ha es una de las bendiciones mayores en mi familia. Su ternura y su carisma me cautivan todos los días. Yo no quería ser padre de una niña porque yo me conocía, sabía que soy duro, estricto, colérico. No quería ser una daño para una niña. Entonces, decía, si es varón, voy a poder formarlo con mi carácter. No fue así pues. Dios me dio a Génesis, una niña para que me ayude a moldear mi carácter. Sin duda, estamos en ese camino. Ella me da lecciones grandes todos los días. Como el de orar antes de dormir como una obligación, tenemos que leerle sus historias (A veces regresamos tarde del trabajo, y ella pide su historia...). O si estamos apurados para salir a la calle, ella nos recuerda que debemos orar antes de salir de casa.
Hay tantas anécdotas. Hubo un tiempo en que quería orar a cada momento. "Vamos a orar" - decía. O cada vez que me sentaba en el mueble para mirar TV, ella traía sus DVDs para que cantemos o veamos películas cristianas para niños. Cuando llego a casa, le gana a su mamá en darme el beso... y es por ello que Ariel, su hermanito ya aprendió también a dar un beso a su padre.
La vi llorar y sufrir (fue una de las etapaas más tristes de mi vida. Me sentía impotente de hacer algo por ella... no podía, solo orar...) en el hospital internada tres días con tan solo nueve meses de edad. Fue traumático, oramos a Dios, mi esposa oró radicalmente. Y le dijo a Dios: "Señor, yo amo a mi hija, la amo mucho, pero sé que tu voluntad es mejor. Haz tu voluntad con ella, pero que no vuelva a internarse al hospital...". Mi Génesis le tenía un terror a los médicos, a las clínicas y todo lo que se parecía a ello. ¡Dios nos bendijo! ¡Jamás se ha vuelto a enfermar como para ir a un hospital o clínica!
Te amo Génesis. Ya conversas conmigo, ya hablamos de temas de interés. Ya sabes pedir lo que quieres y decir lo que no quieres. Eres la voluntad de Dios. El regalo de Dios más grande. Tú Génesis, eres lo mejor, lo que necesitaba según la agenda de Dios.
Quiero elevar una oración a Dios, esa oración que la elevo todos los días: "Amado Padre, quiero ser un buen hijo tuyo, para ser un buen padre para mis hijos...".
Tu padre, que te ama.
Heyssen
Pr. Heyssen J. Cordero Maraví
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