Yo no quería bautizarme. Cada vez que un pastor hacía en llamado a seguir a Jesús yo me resistía de variadas formas. No obstante, cuando pensé rechazar el llamado una vez más, el poder de Dios fue más. No sé en qué momento ni cómo, lo único que sé es que estaba entre los que el sábado siguiente aceptarían públicamente a Jesús a través del bautismo.
Era un día miércoles sin embargo, y para el sábado habían tres largos días. Durante esa noche la pasé pensando toda la noche de lo implicaba aceptar a Jesús. No quería hacerlo sencillamente porque no quería ser un "cristiano más", no quería ser un seudo cristiano más. No quería vivir una vida doble. En mi participación esporádica a los cultos y programas de la iglesia fui viendo que todo era maravilloso, excepto algo: el testimonio de los cristianos fuera de la iglesia especialmente.
Conocía a varios cristianos que actuaban muy distinto a lo que predicaban. Uno de ellos era uno de los más sobresalientes laicos de la iglesia humilde de mi barrio. Cuando llegué por primera vez al templo pensé que era el pastor, porque tenía un verso florido. Palabras muy elocuentes y dotes de oratoria extraordinarios. Su personalidad inspiraba aires celestiales. Sin duda un ángel humano por así decirlo.
Uno de esos días me invitaron a jugar fútbol con el grupo de hermanos simpatizantes del deporte rey: el fútbol Todo hubiera sido lindo a no ser por que un joven intrépido se atrevió a gambetear al sobresaliente laico de la iglesia humilde de mi barrio, sí, sí, el que parecía el pastor y predicaba inclusive mejor que muchos pastores. Cuando se vio burlado jugando fútbol se ofuscó y de impotencia propició una falta en contra del intrépido joven que casi casi jugaba como el argentino Messi.
El joven intrépido no se aguantó y en una nueva jugada le devolvió la falta anterior con una más fuerte. El sobresaliente laico de la iglesia de mi barrio, lo miró con amargura después de caer como un tronco al césped y en una combinación de palabras soeces irrepetibles amenazó al intrépido joven casi casi como Messi (por su jugada).
Me decepcioné de aquél sobresaliente laico de la iglesia de mi barrio. Fue por culpa de él que me resistía a bautizarme. Pero llegué a entender que la iglesia está plagada de hermanos así y mucho peores. Hoy, tengo casi nueves años de bautizado y entiendo claramente que en la viña del Señor hay de todo. Jesús mismo lo dijo: Cizaña y Trigo.
No obstante, hoy me doy cuenta de que muchas veces y con gran facilidad he sido piedra de tropiezo para muchos. Con mi mal testimonio con gran probabilidad he causado que muchos no acepten a Jesús. Y la verdad me da vergüenza y ruego a Dios para que así como yo, entregué mi vida a Jesús a pesar del mal testimonio de otros. Entregué mi vida a Jesús simplemente porque llegué a entender que la vida cristiana consiste en mirar a Jesús y no a hombres. Entendí que los hombres yerran, pero Dios no.
Mientras escribo estas líneas pido perdón por que con seguridad he causado que muchos no acepten a Jesús, y mi mente viene el texto de Filipenses 1:6 "estoy convencido de esto: el que empezó en mi la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo".
Pr. Heyssen J. Cordero Maraví
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