jueves, 17 de noviembre de 2011

Cuando Dios no importa...

Me encontraba junto a mi esposa de compras un día domingo por la mañana, cuando de pronto una señora nos saludo casi emocionada: "pastor, qué bueno saludarle... cómo está?". La miré sorprendida pues no recordaba quién era... no obstante, para no hacer evidente mi duda, simplemente atiné a seguir la conversación, como si la conociera (tratando con mucho esfuerzo de recordar de dónde la tendría que reconocer...). La amable y alegre señora me preguntó algunas cosas y finalmente se dio cuenta de que yo no recordaba quién era ella. Me dijo: "pastor, recuerda quién soy o no...?". Le dije que no la reconocía en verdad. Le dije que suele pasarme eso con gran frecuencia, es que por mi labor pastoral visito algunas iglesias por invitaciones y suelo confundirme...

Ella sonrió y me dijo: "ayer Ud. predicó en la iglesia... y yo asisto allí, soy directora de Ministerio de la Mujer y Líder de Grupo Pequeño...". Al escuchar esas palabras, no sabía qué decir. Ya la recordaba casi nítidamente, ella salió a hablar algunas palabras muy hermosas respecto a un proyecto de la iglesia. No obstante, mi sorpresa era más grande porque ahora la vi muy distinta al día anterior. Ella llevaba un aretes muy notables...

Mientras escribo estas líneas es probable que alguno de ustedes mis queridos lectores me juzguen por lo que diré en líneas abajo, no sé, pero creo necesario expresarlas.

La hermana, me contaba sobre algunos proyectos muy lindos para la iglesia, y la verdad yo no podía concentrarme en lo que me decía porque sus aretes notables a leguas provocaban un ruido en la comunicación. Ella no se daba cuenta con gran seguridad de mi distracción.. no soporté más y le dije con voz suave: "hermana, tiene algo en las orejas...", ella se sorprendió y con sus dos manos tapó sus orejas y dijo: "pastor, disculpe... qué vergüenza me los quitaré en seguida, es que me olvidé de sacarlos... Pero eso sí pastor, a la iglesia no voy con aretes eh...".

Su respuesta, me dijo pensando por varios día, y hasta hoy. Me siento muy mal, sé que en varias oportunidades actué como esa hermana lo hizo... El problema no es el arete, el problema no es el uso de collares, etc...sino la actitud que tomamos cada uno de nosotros. El problema es sencillo, queremos cuidarnos del qué dirán los demás, el pastor, el hermano de iglesia, etc... y nos importa muy poco qué es lo que piensa Dios de cada uno de nosotros...

Había un tío muy bromista en mi familia, él decía que para que Dios no sepa lo que hacemos nosotros debemos escondernos en una cada de material noble, o de ladrillos, pues las tejas de barro son muy delgadas por las cuales Dios sí puede ver. Lógicamente esto es una broma, una mal chiste, pero a veces actuamos así. Cuántos cristianos hay en la actualidad, que les importa más la opinión de los humanos que la opinión de Dios.

Y yo? Esta reflexión del alma es motivada por mi triste actitud. Sé que menor o mayor grado he cometido este error. Ser ante la iglesia, ante mis colegas un "buen chico", un tipo espiritual muy cuerdo y amable... pero cuando nadie me ve, quién soy? A eso se le llama simplemente HIPOCRESÍA...

Oh Dios... tómame en tus manos de amor. Quiero ser en el Nombre de Jesús íntegro, dentro y fuera de la iglesia, a tus ojos y a los ojos de mi hermano por consecuencia natural...


Pr. Heyssen J. Cordero Maraví


 

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