Me duele tanto verla llorar. Cuánto daría por ser yo quien esté en su lugar, y es que ella es tan pequeña, tan inocente para saborear el trago amargo del dolor, del sufrimiento... Sus ojos tiernos me dicen que no es justo lo que se está haciendo con ella. Ella no entiende porqué tanto dolor si ella no ha hecho nada malo... Efectivamente ella es inocente, no le hizo mal alguno a nadie, ella solo jugaba y reía por doquier, le gustaba que le cuenten cuentos y la anden en brazos...
La veo triste, como suplicando misericordia pronta, pareciera que piensa que yo, su padre juntamente con su madre la estamos castigando por algo malo que ella no sabe qué es... Con mirada confundida trata de pedirme explicaciones... llora y llora como al vacío pues yo, parado tan cerca y tan lejos a la vez únicamente puedo decirle que la amo, que ya pasará y que lo que le están haciendo es por su bien, para que sea feliz y para que vuelva a ser la niña linda y alegre que fue hace algunos días solamente.
Génesis Valentina, mi niña bonita... Está internada en un hospital. Ella no lo entiende, no sabe que ese lugar es un lugar no malo, mi pequeña Génesis no sabe ni entiende que no es un castigo por alguna travesura, no, muy por el contrario es por culpa de nosotros, sus padres que no la cuidamos como debía con gran seguridad...
Tanto mal en este mundo... tanto dolor y una pregunta circunda en mi mente estrasada: Por qué tanto dolor? Por qué son los inocentes los que pagan los platos rotos de otros...? Mi amada Génesis no hizo nada malo como para estar internada en un hospital y allí estar pasando los días más tristes de sus algunos meses en este mundo de dolor y de penurias... Me pregunto por qué? qué es lo que ella hizo? Nada, lo único que le bastó es nacer a este mundo... No es la culpable del dolor, pero por el simple hecho de haber nacido, es la beneficiaria obligatoria del sufrimiento y del dolor...
Pero qué es lo que me motiva a escribir esta reflexión del alma? Simple, el dolor de una niña inocente, mi hija, mi primogénita... bien dicen que una cosa es hablar de un tema porque te contaron y otra es por que lo pasaste... No sabía qué grande es el dolor de un padre al ver sufrir a su hijo... o hija. Mi adorable Génesis no entiende... mis palabras no bastan, mis palabras no son muy entendidas... es más, no bastarían para que ella entienda pues no hay justificativo ni argumento válido para una inocente alma...
Aunque me parece injusto lo que me pasa o más específicamente le pasa a mi hija, llego a la conclusión de que todo este dolor y sufrimiento tiene un culpable directo e inegable: Lucifer, el enemigo de Dios y de los humanos... Adán y Eva desobedecieron a Dios, prefirieron seguir argumentos sutiles e infames en contra posición de los principios divinos... y es por ello que trajeron mal y dolor a un mundo perfecto en gran manera...
Todos los demás humanos después de Adán y Eva, nacimos pecadores, lo tenemos en la sangre, entre cada glóbulo... hay rastros de pecador, de maldad, de asquerosidad mundana... peco porque soy pecador... esa es mi naturaleza...
Ahora, al ver a mi hija en una confusión terrible pues no entiende lo que le trato de explicar respecto a los médicos, enfermeros (Génesis cree que ellos son malos pues le inyectan y le dan medicinas nos agradables al paladar...) y sobre el hospital (no soporta estar más tiempo en el hospital...), no lo entiende, es más el dolor...
No obstante, así habrá sido con la humanidad caída y Dios. No entendiendo el humano pecador el idioma de Dios a través de los profetas y de la Biblia por casi 4000 años y sufriendo y llorando cada día... Dios envió a su hijo amado, para que en lenguaje humano, lenguaje entendible y el ejemplo extraordinario el humano pudiera entender lo que Dios en realidad les quería decir... El hombre entendió que el amor de Dios sobrepasa a las páginas o papiros, a las meras palabras sino que con ejemplo nos dijo que nos amó, ama y amará...
Mi pequeña Génesis, oro a Dios para que te recuperes... no tienes la culpa de lo que pasas hoy, tal vez no me entiendas cuando trato de explicarte con mis palabras... pero sé que Dios hará que entiendas allí en tu mente de niña de bebé... te amo... te amo mucho.
Pr. Heyssen J. Cordero Maraví
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